LA EVOLUCIÓN REEXAMINADA (WAYNE GRUDEM)

Desde que Carlos Darwin publicó por primera vez su libro El origen de las especies mediante la selección natural en 1859, los cristianos y los no cristianos por igual han cuestionado su teoría. Los críticos modernos están produciendo en forma creciente críticas devastadoras de la teoría evolucionista, y han señalado puntos como los siguientes:

I.- Después de más de cien años de cría experimental de varias clases de animales y plantas, la cantidad de variación que se puede producir (incluso con cría intencional, no al azar) es extremadamente limitada, debido a la limitada gama de variación genética en cada tipo de ser vivo. Los perros que se crían selectivamente por generaciones seguirán siendo perros; las moscas de frutas siguen siendo moscas de frutas, y así por el estilo.

II.- Las vastas y complejas mutaciones requeridas para producir órganos complejos tales como el ojo o el ala de un pájaro (o cientos de otros órganos) no pudieron haber ocurrido en mutaciones diminutas acumuladas en miles de generaciones, porque las partes individuales del órgano son inútiles (y no dan ninguna ventaja) a menos que el órgano entero esté funcionando. (Los cientos de partes necesarias para que funcione un ojo o el ala de un ave tienen que estar presentes, porque de lo contrario las demás partes son inútiles y no confieren ninguna ventaja adaptativa.) Pero la probabilidad matemática de que cientos de tales mutaciones por casualidad se sucedan a la vez en una generación definitivamente es cero.

III.- Los subsiguientes 130 años de intensa actividad arqueológica desde el tiempo de Darwin no han logrado producir ni siquiera una muestra de un ‘tipo intermedio’ (o ‘transitorio’), un fósil que muestre algunas características de cierto animal y unas pocas características del siguiente tipo de desarrollo, que sería necesario para llenar las brechas en el historial de fósiles entre las distintas clases de animales.

IV.- Los avances en la biología molecular revelan cada vez más la increíble complejidad de incluso los organismos más sencillos, y no se ha dado ninguna explicación satisfactoria al origen de esas diferencias.

V.- Probablemente la mayor dificultad de toda la teoría evolucionista es explicar cómo pudo haber empezado la vida. La generación espontánea de incluso el organismo vivo más sencillo capaz de tener vida independiente (la célula bacterial procariote) de materia inorgánica en la tierra no pudo haber sucedido por la mezcla casual de químicos; exige diseño y artesanía inteligente tan compleja que ningún laboratorio científico avanzado del mundo ha podido lograrlos.

Es importante notar que los cinco argumentos precedentes no se basan en ‘la Biblia’ versus la ciencia (que la comunidad científica secular regularmente descarta como superstición o irracionalismo), sino en ‘ciencia’ versus ciencia, es decir, que los argumentos simplemente examinan la evidencia que se halla en el mundo natural y preguntan adónde conduce esa evidencia. Si la evidencia conduce en una dirección (por ejemplo, da fuerte evidencia de un diseño inteligente) y el aferramiento filosófico del científico a una explicación materialista y naturalista del origen de vida conduce en otra dirección, ¿qué va a hacer el científico? ¿Va a continuar insistiendo en que la vida debe tener una explicación naturalista, no porque los datos científicos lo prueban, sino porque se ha propuesto explicarlo todo de una manera naturalista? Entonces debemos preguntarnos: ¿Se basa su aferramiento al naturalismo como metodología en alguna evidencia que ha visto al investigar el mundo, o se basa en ciertas ideas filosóficas que ha adoptado por otras razones?
Phillip Johnson cita a Richard Lewontin, eminente biólogo de Harvard, que claramente dice que siempre escogerá una explicación naturalista en tal situación:

Nos ponemos de parte de la ciencia a pesar del patente absurdo de algunas de sus deducciones, a pesar de que no ha podido cumplir muchas de sus extravagantes promesas de salud y vida, a pesar de la tolerancia de la comunidad científica de cuentos no confirmados, porque ya estamos comprometidos, comprometidos con el materialismo. No es que los métodos e instituciones de la ciencia de alguna manera nos obliguen a aceptar una explicación material del mundo de los fenómenos, sino que, por el contrario, nos vemos forzados por una adherencia previa a causas materiales a crear un aparato de investigación y un conjunto de conceptos que produzcan explicaciones materiales, no importa cuán contrarias a la lógica o desconcertantes puedan ser para los desconocedores. Es más, ese materialismo es absoluto, porque no podemos permitir un Pie Divino en la puerta. (Citado en Phillip Johnson, The Unraveling of Scientific Materialism, en, First Things 77, noviembre de 1997, p. 22).

Se continúan publicando numerosos retos a la teoría de la evolución. Sin embargo, es trágico que la opinión común, perpetuada en muchos libros de texto de ciencia de hoy, sea de que la evolución es un ‘hecho’ establecido, y que eso continúe persuadiendo a muchas personas a no considerar la total veracidad de la Biblia como un punto de vista intelectualmente aceptable que sostienen los individuos responsables y pensantes de hoy. Uno sólo espera que no pase mucho tiempo antes de que la comunidad científica reconozca la improbablilidad de la teoría evolucionista, y los libros de texto que se escriben para la secundaria y universidades abiertamente reconozcan que la evolución no es una explicación satisfactoria del origen de la vida en la tierra.