El Árbol de Navidad



Una vez más llegamos a la fecha donde recordamos el nacimiento de Jesús en Belén, el Mesías prometido, Emmanuel, Dios con nosotros.

Todo es alegría, amor y gozo, donde sale lo mejor de cada uno de nosotros, y comenzamos a adornar nuestras casas y templos con motivos navideños.

Uno de los adornos navideños más tradicionales es el árbol de Navidad.

En muchas culturas, el árbol ha sido objeto de adoración; los druidas celtas se reunían alrededor de un árbol en el bosque; los egipcios, en Mesopotamia y los mesoamericanos utilizaban algún tipo de árbol como objeto de culto.

Al árbol se le tenía como símbolo de la vida, y es curioso porque el relacionar el árbol con la vida no fue un invento de ninguna de estas culturas o civilizaciones.

¿Quién creó los árboles? En Génesis 1:11-13 nos dice que los árboles son una parte de la creación perfecta y hermosa de Dios. ¿Y qué tiene que ver con la vida? En Génesis 2:8-9, las Sagradas Escrituras, Dios puso dos árboles especiales, el árbol de la “ciencia del bien y del mal”, cuyo fruto tenían prohibido comer, y otro “el árbol de la vida”.

Resulta que relacionar al árbol con la vida no es una invención de culturas extrañas, sino de Dios mismo. Luego cada cultura y civilización ha utilizado esta información a su antojo distorsionando la verdad de Dios, como siempre, “honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador” (Rom.2:25).

De hecho, Dios sacó a Adán y Eva del Edén por una causa, que no comieran del “árbol de la vida” y vivieran para siempre (Gn. 3:22-23).

¿Cómo creyentes adoramos al árbol? Por supuesto que no. ¿Es invención de los druidas? Claro que no. El condenar al árbol como algo demoníaco o pagano es como condenar el tener fotos en casa. Y alguien podría preguntar que tiene que ver una cosa con la otra. Es muy sencillo, una foto es una imagen, y Dios prohibió las imágenes explícitamente en el decálogo. El segundo mandamiento dice: “No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra” (Éx. 20.4). Si nos quedáramos ahí, efectivamente sería pecado tener fotos, pero el mandamiento continua en el versículo siguiente (Éx.20:5) “No te inclinarás a ellas, ni las honrarás” (Hay personas que se adoran y exhiben a sí mismos en Facebook, pero ese es otro tema).

Tenemos otra mención del “árbol de la vida” en Apocalipsis 22:1-5 donde nos dice que estará en medio de la ciudad celestial y podremos disfrutar de esta vida eterna que tenemos en Cristo.

Al final es una cuestión de conciencia, si te parece bien lo pones y si no, pues no (Rom.14), pero si haces una cosa, como si haces otra, no juzgues a los demás, pues en lo que juzgas a los demás te condenas a ti mismo (Romanos 2:1).

¡Feliz Navidad!

T.M.F.